La piel solo entiende de necesidad, anhela en cada uno de sus poros el contacto ajeno o conocido. La boca solo entiende de deseo, muere por cada beso que puede llegar a dar.
Y entonces, todo se da la vuelta. Las lágrimas no entienden de sentimientos, y el corazón no entiende de emoción.
Nada entiende nada.
Los días pasados han volado, se han borrado, y solo aparece la claridad de los nuevos. Los nuevos días tan tentadores... y seguidos. No hay cabida para los meses, ni para la espera; eso no ocurre. Pero entonces, hay algo que si entiende demasiado: el pasado. Y aparecen los meses, y las palabras escritas... y todo substituye a los nuevos días.
El ánsia de los días pasados, te arrastra... y ya no hay ni dias, ni boca, ni piel, no hay nada... no queda nada.
No puedo substituir lo que sentía cuando tú me escribías algo, porque no equivale a quién me lo dice... no si no eres tú.
Ta*
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