domingo, 6 de septiembre de 2009

. ..Donde estás rubia, regresa?

Caminamos de la mano tres cuadras y la invité a descansar en aquel parque. Con más amor que ternura la acuné en mi pecho y con mis dedos cerré sus ojos para invitarla a “desaparecer por un ratito del mundo”, como dice esa canción que suele cantar. Le hablé de sueños, de promesas y hasta de lucha, mientras el tiempo se detenía en la perfección de dos cuerpos entrelazados. Cuando finalmente lo reanudamos en un cálido beso, recobró la tristeza en sus ojos al escuchar al hombre de verde decir:“señoritas no pueden estar aquí”.
Ta*
Febe.!

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